Una leyenda celta by Juilene Osborne-McKnight

Una leyenda celta by Juilene Osborne-McKnight

autor:Juilene Osborne-McKnight [Osborne-McKnight, Juilene]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 1998-01-01T00:00:00+00:00


* * *

La mañana del Samhain amaneció fría y despejada. Con la primera luz del alba monté en mi caballo y cabalgué solo por las llanuras de Tara, tañendo mi pequeña campana. Cuando se congregó gente suficiente alrededor de mí, prediqué el mensaje que había meditado en mis oraciones.

—Las gentes de Eire han conocido a muchos dioses. Algunos son dioses de las tinieblas. Se alimentan de muerte y guerra. Si se provoca su ira, se revuelven y caen sobre nosotros como un rayo devastador. Algunos son dioses de luz y alegría; si se les complace, pueden recompensarnos con la fortuna.

»En cambio yo os traigo al Dios inmutable. Mi Dios está con aquellos que le aman. No los abandona nunca. Les protege con la fuerza de su brazo. No exige ofrendas ni sacrificios, le basta vuestro amor. Su Espíritu estará en vosotros. Su voz cantará en vuestras almas. Es una voz que no conoce el miedo.

»Esta noche es la de Samhain. Esta noche os asustará la oscuridad que llega desde los confines del mundo, pero os digo que esta noche la Luz que aleja las tinieblas se encenderá en toda Eire. Esta noche el fuego del Señor nuestro Dios arderá en la oscuridad. Esta noche la Luz que no se extingue iluminará el corazón de Eire.

Les dejé y volví a la colina de Slaine. Mientras los hermanos preparaban la comida del mediodía y Osián contaba historias sobre los viejos tiempos, me retiré a la ladera, me arrodillé y oré hasta que el sudor me bañó el cuerpo y la sangre que manó de mis rodillas manchó las piedras. Me incorporé cuando cayeron las tinieblas de la noche.

Regresé y me senté con los demás. Estaban en silencio.

—Debemos recoger leña —susurré—. Vamos a necesitar mucha.

Mientras buscábamos madera, ninguno de los hermanos pronunció una sola palabra. Osián nos ayudaba trayendo enormes brazadas. Cuando reunimos toda la leña que pudimos encontrar, la juntamos formando una pira. Se alzaba por encima de nuestras cabezas allí, en la cima de la colina de Slaine.

La observamos largo rato, y Osián fue el primero en romper el silencio.

—Sé cuál es tu plan, Padraig. Es peligroso y disparatado, pero valiente.

Al captar la admiración que contenía su voz se me hizo un nudo en la garganta. Tragué saliva antes de hablar.

—Hermanos, los que sirven a Dios deben tener valor. No podemos flaquear. Os pido que esta noche encendamos la Luz en el corazón de Eire. Sé que será peligroso, pues provocaremos la ira de los reyes y excitaremos el temor de la gente. Si tenéis miedo, no es necesario que os quedéis a mi lado, y no sintáis vergüenza por ello, porque os amo y no deseo que os causen daño.

»Os doy mi bendición para que regreséis a Sabhal Padraig, para que cuidéis y mantengáis ese santuario en nombre de Dios.

Permanecieron en silencio. Miré a cada uno de ellos. A cada uno de los diez jóvenes, al pequeño Benin. Me embargó la emoción y elevé a Dios una oración desde el silencio de mi corazón.



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